Krisztina Egerszegi, nadadora húngara, que aún no siendo muy conocida
para el gran público, obtuvo nada más y nada menos que 7 medallas olímpicas, 5
de ellas de oro. Especialista en estilos y espalda, es posiblemente una de las
mejores nadadoras de la historia, aunque mediáticamente no se le haya dado la
importancia que se merecía, muy posiblemente por no ser nadadora de una de las
grandes potencias económicas, como EEUU o Australia, que cuentan con una gran
industria de marketing de sus deportistas.
Aún así formó parte de un poderoso equipo de natación húngaro de finales de los 80 primeros de los 90, con figuras tales como: Norbert Rózsa, Tamás Darnyi, Attila Czene, Tünde Szabó. Entre los cinco sumaron 9 medallas olímpicas para Hungría en los JJOO de Barcelona ’92.
Aún así formó parte de un poderoso equipo de natación húngaro de finales de los 80 primeros de los 90, con figuras tales como: Norbert Rózsa, Tamás Darnyi, Attila Czene, Tünde Szabó. Entre los cinco sumaron 9 medallas olímpicas para Hungría en los JJOO de Barcelona ’92.
Krisztina fue un caso
extraordinario de precocidad deportiva. Empezó a nadar con apenas 4 años en el
Club Spartacus en su ciudad natal, y muy pronto sus entrenadores se dieron
cuenta de que estaban ante una deportista de cualidades extraordinarias.
Con 12 años empezó a trabajar con
Laszlo Kiss, el que sería su entrenador a lo largo de toda su carrera
deportiva, muy conocido por sus métodos innovadores, como: entrenar en una
calle más estrecha de lo normal para así mejorar el movimiento de rotación de
los brazos o hacerla nadar espalda con un vaso de agua en la frente.
Podio 200m espalda Seúl '88 |
Con tan solo 14 años disputaría los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, donde consiguió hacerse con la medalla de oro en los 200 m espalda, y con la de plata en la prueba de 100 m espalda, donde solo fue superada por la alemana Kristin Otto. Con esto Krisztina se convertía en la deportista más joven que ganaba una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos. Además, aún a su temprana edad y sus 45 kg de peso, supo enfrentarse a las poderosas representantes de Alemania Oriental, mucho más expertas y corpulentas, cuya máxima representante era la propia Kristin Otto, la que sería gran estrella de los Juegos con seis medallas de oro. El equipo de Alemania Oriental acabaría esos juegos con un total de 28 medallas olímpicas, superando por primera vez a EEUU desde hace más de 30 años, exceptuando Moscú 1980 donde EEUU no acudió.
En los años posteriores, con la desaparición de la Alemania Oriental, ya nadie pudo con la nadadora húngara, más madura física y técnicamente. En los Campeonatos del Mundo de Perth 1991, ganó dos medallas de oro en 100 y 200 m espalda. En ese mismo año durante el verano se disputaron en Atenas los Campeonatos de Europa, donde no solo venció en 100 y 200 m espalda, sino que en ambas pruebas estableció sendos récords del mundo. Para rematar su brillante actuación en estos campeonatos, ganó un tercer oro en los 400 m estilos. Su récord de 200 m espalda de 2.06,62 fue tan descomunal que permaneció durante casi 20 años hasta que Kirsty Coventry lo superó en 2008.
El culmen de su carrera llegó en
los Juegos de Barcelona ’92 donde logró 3 medallas de oro en 100 y 200 m
espalda y en 400 m estilos, convirtiéndose en la cuarta nadadora en la historia
que conseguía la hazaña de tres oros en pruebas individuales en unos Juegos,
tras Debbie Meyer, Janet Evans y, su rival en Seúl ’88, Kristin Otto.
Al año siguiente en los Europeos de Sheffield 1993 siguió su proyección estelar y sumó otras cuatro medallas de oro más a su gran palmarés. En los Campeonatos Mundiales de Roma 1994 sufrió la primera decepción de su imparable carrera, pues fue batida en su mejor prueba, los 200 m espalda, por una semidesconocida china llamada He Cihong, teniendo que conformarse con la segunda plaza. Este traspié no le impidió colgarse dos medallas más de oro en los Europeos de 1995 disputados en Viena.
Al año siguiente en los Europeos de Sheffield 1993 siguió su proyección estelar y sumó otras cuatro medallas de oro más a su gran palmarés. En los Campeonatos Mundiales de Roma 1994 sufrió la primera decepción de su imparable carrera, pues fue batida en su mejor prueba, los 200 m espalda, por una semidesconocida china llamada He Cihong, teniendo que conformarse con la segunda plaza. Este traspié no le impidió colgarse dos medallas más de oro en los Europeos de 1995 disputados en Viena.
Pasado ya un ciclo olímpico desde
su gran gesta en Barcelona ’92 se presentó a los que serían sus últimos juegos,
con la incógnita de cómo iba a responder esta vez. Lo hizo de la mejor manera
posible, ganando la medalla de oro en su prueba favorita, los 200 m espalda, por
tercera vez consecutiva y un bronce en los 400 m estilos. Antes que ella solo
una nadadora había ganado tres veces la misma prueba en tres Juegos distintos,
la legendaria australiana Dawn Fraser, que fue oro en los 100 m libres en 1956,
1960 y 1964.
Tras su retirada disfrutó del
merecido descanso tras años de privaciones y agotadores entrenamientos. Puso un
restaurante en su Budapest natal, y actualmente está casada y es madre de tres
hijos. Krisztina Egerszegi aunque fue y es poco conocida fuera de su país, allí
la adoran y es un símbolo del deporte nacional. La discreción con la que
siempre llevó su vida y su carrera hace que pese a su impresionante palmarés,
que la convierte con seguridad en la mejor nadadora mundial de los últimos 20
años, no tenga el reconocimiento de otras estrellas de la natación menos
dotadas pero que han explotado mejor su imagen a nivel publicitario. El Comité
Olímpico Internacional le reconoció su carrera deportiva en 2001 otorgándole su
máxima distinción, la Orden Olímpica de Oro.
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