The “Blood in the Water” match, como lo acabaría bautizando
la prensa, pasa por ser el partido de waterpolo más famoso de la historia. Esto
no se debe tanto a la importancia del choque en sí, que enfrentaba a unas de las mejores
potencias de este deporte en ese momento, sino por el simbolismo del mismo en
el contexto histórico en el que sucedió.
Estatua de Stalin derribada durante la Revolución Húngara |
El partido enfrentó a la selección húngara contra la URSS en
los Juegos Olímpicos de 1956, en Melbourne, con el transfondo de la Revolución Húngara. El 23 de octubre de ese mismo año una pequeña manifestación de
estudiantes de la Universidad de Tecnología y Economía de Budapest se había
convertido en un auténtico levantamiento contra el gobierno de Budapest, bajo
el control de la Unión Soviética. Durante varios días pareció que Hungría
podría librarse del control de la URSS. Sin embargo, el 1 de noviembre los
tanques soviéticos comenzaron a moverse en Hungría, y pronto gracias a una cruenta
estrategia armada combinada de ataques aéreos, bombardeos de artillería y
acciones coordinadas de tanques e infantería, consiguieron sofocar el
levantamiento.
Durante el levantamiento la selección húngara se encontraba
concentrada en un enclave montañoso cercano a Budapest preparándose para la
cita olímpica. Desde allí pudieron escuchar los sonidos de artillería y de los
bombardeos que estaba sufriendo la ciudad, sin saber muy bien el estado de la
situación. Para evitar verse envueltos en el conflicto se decidió trasladarlos
fuera del país, para desde allí viajar posteriormente a Melbourne, donde se enterarían
de la verdadera gravedad de los hechos ocurridos.
Ahora para el cuadro húngaro el ganar el titulo olímpico
significaba una pequeña forma de restaurar algo del orgullo patrio, cosa que
tomaría aún mas simbolismo cuando habiendo llegado a la semifinal, el contrincante
sería la propia URSS. Por otro lado, en el marco deportivo, había una sensación
de expolio deportivo, ya que las tácticas y métodos que habían encumbrado a la
selección húngara fueron copiados por sus invasores soviéticos.
La semifinal se celebró ante una multitud animada por
exiliados húngaros, además la comunidad internacional era consciente de la
brutalidad de la respuesta soviética al levantamiento por lo que apoyaba
abiertamente a la selección húngara.
El partido comenzó caliente desde el principio, muy físico,
con intercambio de patadas y puñetazos. Los húngaros que desde pequeños habían
sido obligados a aprender ruso, utilizaron este hecho para insultar e increpar
a los soviéticos en su propio idioma como táctica de desestabilización, lo que
solo consiguió caldear más el ambiente. El combinado húngaro era claramente
superior y llegados los minutos finales dominaba claramente en el marcador con
un contundente 4-0.
El jugador estrella Ervin Zádor había marcado dos goles para
la alegría de la multitud, lo que acabo por sacar de quicio a su marcador, Valentin Prokopov. Aprovechando las quejas de Zádor al árbitro, por no utilizar el
silbato tanto como debiera, Prokopov fuera de sí le propinó un golpe que le
causó una gran brecha. En esos momento el choque casi tocaba a su fin, y a
falta de poco menos de dos minutos, Zádor tuvo que salir del agua para ser
atendido por la gran cantidad de sangre que emanaba de su ojo. Zádor sabía,
para su desesperación, que no podría jugar la final que tanto deseaba.
La multitud, con gran presencia de húngaros, entró en cólera
tras ver la violencia de la acción y obligó a la policía australiana a
intervenir ante los intentos de invadir la zona de banquillos. El equipo soviético
tuvo que ser escoltado hasta los vestuarios y el partido finalmente tuvo que
ser suspendido a falta de un minuto con la victoria de Hungría por 4 goles a 0.
Las imágenes de Zádor con el ojo bañado en sangre
recorrieron el mundo entero y fueron utilizadas como propaganda política en
contra del comunismo por los países del eje capitalista, llevando a
exageraciones tales como: the “Blood in the water Match”, “Blood Bath of
Melbourne” o que decir que el agua se volvió roja.
Con todo este ambiente de euforia nacional el equipo húngaro
se presentó a la final contra la potente Yugoslavia y acabo ganando el partido
con un 2-1, proclamándose finalmente campeona olímpica. En la ceremonia de medallas el mismísimo Zádor
rompió a llorar, esta vez sus ojos se bañaron en lágrimas. “Lloraba por Hungría
porque sabía que no volvería a casa” declaró.
Tras los juegos más de la mitad de la delegación húngara
pidió exilio político, entre ellos Zádor, para no regresar a la Hungría ocupada.
En 2006 para el 50 aniversario de la Revolución Húngara se
estrenó “Freedom’s Fury”, un documental que cuenta estos hechos. La película es
narrada por Mark Spitz y además reúne a los supervivientes de dicho partido. En
ella participaron Quentin Tarantino y Lucy Liu como co-productores ejecutivos,
ya que en palabras del propio Tarantino: “Es la mejor historia que jamás me han
contado”.
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